Entre las figuras que marcaron el devenir de Alzira en el siglo XX, destaca la del doctor Julio Tena Just, médico de vocación y alcalde por compromiso. Su nombre aún resuena entre las calles de la ciudad por su cercanía con los vecinos y su entrega tanto en el ámbito sanitario como en la política local. Su legado fue recordado recientemente por Alfonso Rovira, decano de los informadores alcireños.
Julio Tena nació a finales del siglo XIX en la plaza de Casasús, hijo de Ernesto Tena y Julia Just. Fue hermano del farmacéutico Francisco Tena y creció en un entorno familiar muy vinculado a la salud y el servicio público. Estudió medicina en Valencia y ejerció como médico de asistencia pública domiciliaria (APD), ganándose el respeto de los alcireños por su dedicación y humildad.
Falleció el 1 de junio de 1946, a los 50 años, a causa de una enfermedad grave. Su muerte dejó una profunda huella en la ciudad. Fue un hombre austero, comprometido con la caridad y con un estilo de vida alejado de cualquier ostentación. Cada mes destinaba su modesta asignación como alcalde a centros benéficos locales, como las Monjitas de los pobres, la Casa de Beneficencia y el Santo Hospital.
El testimonio del propio Alfonso Rovira recuerda cómo, siendo niño, vivió el respeto que despertaba Tena, incluso en pequeños gestos como esperar su turno para subir a un autobús, sin aprovecharse de su cargo. Para muchos, ese comportamiento resume su esencia: un servidor público en el sentido más humano del término.
Julio Tena ocupó el cargo de alcalde en dos mandatos: de 1939 a 1943, y brevemente entre 1945 y 1946, poco antes de su fallecimiento. Fue una etapa marcada por la posguerra, con enormes dificultades sociales y económicas. En esos años impulsó el saneamiento de las cuentas municipales, priorizando el pago de deudas del Ayuntamiento.
Durante su primer mandato, fue protagonista de actos simbólicos relevantes, como la recepción de la imagen de San Bernardo en 1939 y la llegada de la nueva talla de la Virgen de Lluch en 1940. También participó en la visita oficial del jalifa del Protectorado Español en Marruecos en 1942, a quien acompañó en una visita institucional por la ciudad, y de quien recibiría la Medalla de Caballero de la Orden de Mehdauia.
El entierro de Julio Tena Just fue multitudinario. El 2 de junio de 1946, una gran parte de la ciudadanía acompañó a hombros su féretro por las calles de Alzira hasta su lugar de descanso. Hoy, su memoria persiste como ejemplo de servicio, humildad y compromiso con su pueblo.
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