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Alzira ya no mira sus naranjos como lo hacía Sorolla

Fotografía: Redes sociales

Lo que antes fue símbolo de identidad y belleza para Alzira, hoy languidece sin apenas atención ni reconocimiento cultural

Los campos de naranjos de Alzira y Carcaixent, que durante décadas definieron el carácter y la identidad visual de la Ribera Alta, atraviesan hoy un momento de declive tanto en lo productivo como en lo simbólico. A pesar de su enorme carga estética y cultural, la crisis del cultivo ha reducido su presencia e influencia. Sin embargo, su huella en la literatura, la pintura y la fotografía sigue siendo un testimonio vivo del valor que estos huertos llegaron a representar, sobre todo durante los siglos XIX y XX.

Una visión infravalorada

A finales del siglo XIX, el pensador Vicente Lassala ya señalaba con cierta amargura que los huertos de naranjos valencianos eran más apreciados por los visitantes extranjeros que por los propios habitantes de la zona. Este comentario, aparentemente anecdótico, anticipaba la paradoja de un paisaje profundamente ligado a la cultura local, pero cuya valoración estética y simbólica no caló con la misma fuerza entre la población autóctona.

Con todo, a partir de la década de 1870 empieza a cambiar esta percepción. Las artes comienzan a fijarse en estos espacios como fuentes de inspiración, trasladando su imagen a nuevos públicos. Pintura, literatura y fotografía se convierten en los canales a través de los cuales los huertos de naranjos alcanzan el estatus de “paisaje”, entendiendo este término no solo como territorio físico, sino como escenario cargado de simbolismo y emociones.

De la élite al pueblo

La pintura fue una de las primeras disciplinas en captar la esencia de estos paisajes. Artistas como Joaquín Sorolla, Antonio Fillol, José Mongrell, Peris Brell o Teodoro Andreu inmortalizaron escenas de naranjales en obras que hoy se consideran parte fundamental del imaginario visual valenciano. Sin embargo, por su coste elevado, estas piezas solo eran accesibles para las clases acomodadas.

La literatura, por su parte, logró ampliar la difusión de esa imagen idílica. La novela “Entre naranjos” de Vicente Blasco Ibáñez, publicada en 1900 y ambientada en Alzira, tuvo un impacto notable en la percepción del paisaje. A través de sus páginas, los huertos se convirtieron en algo más que tierras de cultivo: eran también el escenario emocional y social de sus personajes, reflejando tensiones, amores y conflictos humanos.

También la fotografía y las tarjetas postales jugaron un papel clave. Imágenes de huertos en Alzira y Carcaixent circularon ampliamente, retratando no solo la vegetación sino también elementos ornamentales como jardines, balsas y caminos flanqueados por palmeras. Estos detalles contribuían a construir una visión romántica y elegante del entorno agrícola.

Un paisaje con identidad

Lo que todas estas manifestaciones artísticas tienen en común es la representación del huerto como símbolo de bienestar y refinamiento. Los naranjos no eran solo árboles frutales, sino elementos que estructuraban un paisaje cargado de connotaciones burguesas. En los lienzos, los personajes aparecían relajados, disfrutando del entorno; en las novelas, los huertos eran el telón de fondo de pasiones y dramas; en las fotos, eran espacios de ocio y descanso.

En este imaginario, Alzira y Carcaixent ocupaban un lugar privilegiado. Su elevada concentración de huertos, junto con la arquitectura y los elementos paisajísticos que los rodeaban, conferían a estas localidades un carácter singular y estéticamente valioso. Las entradas adornadas con palmeras, las casas señoriales y los jardines cuidadosamente diseñados aportaban una atmósfera casi escénica.

Hoy, en plena crisis citrícola, esta estética resiste como un eco del pasado. Aunque los valores productivos se han visto erosionados, el valor cultural y artístico de estos paisajes sigue presente en el imaginario colectivo. Recuperar esta memoria no es solo un ejercicio nostálgico, sino una forma de reconocer el papel que jugaron en la construcción de la identidad de todo un territorio.


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