Entre campos de naranjos y patios al sol, Alzira albergó en los años 40 una guardería pionera que marcó el inicio de la conciliación moderna en la ciudad
En tiempos en los que Alzira apenas había extendido su trama urbana más allá de la zona de Venecia, la necesidad social abrió paso a una de las infraestructuras educativas más recordadas por generaciones de alcireños: la primera guardería infantil construida en la ciudad. Corría la década de los 40 y, en un contexto donde el trabajo femenino comenzaba a normalizarse, surgía una demanda hasta entonces no cubierta: el cuidado estructurado y seguro de los hijos menores.
Un proyecto pionero
Según rememora el cronista Alfonso Rovira, fue en 1945 cuando el entonces alcalde Julio Tena Just aprobó la cesión de unos terrenos municipales, situados en la actual calle Virgen de la Murta, justo al lado del campo municipal de deportes Venecia. Los terrenos, con una extensión de algo más de 2.600 metros cuadrados, fueron destinados a la construcción de una guardería promovida por el Sindicato Vertical de Frutos y Productos Hortícolas, bajo la presidencia local de Ramón Flor Ortells.
El edificio, diseñado por el arquitecto Pecourt y construido por Ramón Plá Baquer tras ser adjudicatario por subasta, se convirtió en una referencia educativa y social para la Alzira de mediados del siglo XX. Su orientación al sur aprovechaba la luz y el calor natural, rodeado de campos de naranjos que, por aquel entonces, bordeaban el fin del casco urbano.
Rutinas entre juegos y meriendas
La guardería podía acoger hasta 150 niños, principalmente hijos de agricultores y trabajadores del campo. Su horario abarcaba de ocho de la mañana a seis de la tarde, ofreciendo no solo atención educativa, sino también alimentación completa y seguimiento médico. Las actividades incluían clases, juegos, gimnasia y celebraciones, como la esperada llegada de los Reyes Magos cada enero.
El equipo humano lo formaban miembros de la Sección Femenina y auxiliares, en una estructura que combinaba disciplina, atención sanitaria y pedagogía adaptada a la edad infantil. Esta primera gran guardería fue la semilla de otras iniciativas similares en la ciudad, como la ubicada en el desaparecido Casablanca o el chalet de los hermanos Peris en la Montañeta del Salvador.
Memoria viva en un solar con futuro
Décadas después, la imagen de los patios llenos de niños en bata blanca sigue viva en el recuerdo colectivo. La fotografía tomada a finales de los 60 o principios de los 70, donde un grupo de pequeños juega al sol, ilustra una época que marcó a varias generaciones. Hoy, quienes aparecen en ella podrían rozar los 50 años. Quizá algunos aún reconozcan sus rostros infantiles en ese instante congelado.
El Ayuntamiento de Alzira proyecta ahora construir una piscina cubierta en el solar donde se alzó aquella guardería, cerrando así el ciclo de un espacio que, de forma silenciosa, fue motor de conciliación y modernidad en una ciudad que aprendía a mirar hacia el futuro.
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