En 1968, el Gordo y el tercer premio de la Lotería de Navidad cayeron en Alzira, desatando una celebración que marcó época
Se acerca el 22 de diciembre, fecha marcada en rojo en el calendario por millones de personas en toda España. Con el tradicional sorteo de Navidad a la vuelta de la esquina, la esperanza se mezcla con la superstición y la nostalgia. En Alzira, esa mezcla tiene un sabor muy especial desde hace casi seis décadas, cuando el Gordo y el tercer premio de la Lotería cayeron el mismo día en la ciudad, dejando una huella imborrable en su historia.
Una jornada que cambió la ciudad
Aquel sábado de 1968 amaneció con un cielo encapotado en Alzira. El ambiente era gris, pero lo que nadie imaginaba era que la suerte estaba a punto de teñir de oro la capital de la Ribera Alta. Poco después del mediodía, las voces de los niños del colegio San Ildefonso anunciaban que el número 57.150 había sido agraciado con el primer premio del sorteo extraordinario. Minutos más tarde, el número 28.497 resultaba ser el tercer premio. Ambos números habían sido vendidos en la localidad.
La lluvia que se preveía se transformó en una auténtica lluvia de millones: cerca de mil millones de pesetas regaron la ciudad, la mayor parte procedente del Gordo y una parte importante del tercer premio. A nivel estadístico, que una misma población reciba dos premios tan altos en un solo sorteo es prácticamente un milagro.
Los protagonistas de aquella hazaña recuerdan que, pese al revuelo, los trabajadores de Avidesa —empresa en la que se repartió buena parte del primer premio— cumplieron con su jornada laboral. Eso sí, el bullicio, los cánticos y el ambiente festivo se colaron en las cuatro factorías de la empresa, especialmente en el matadero de aves, donde la alegría era incontenible.
Supersticiones, decisiones y suerte
Detrás de este capítulo de la historia local hubo también decisiones que rozan lo anecdótico. Alfredo Pellicer fue quien compró un número completo en Madrid para repartirlo entre los trabajadores de Avidesa. Sin embargo, al llegar a Alzira, se tomó la decisión de cambiar esos décimos por otros que acababan en cero. Esa modificación de última hora fue clave: el nuevo número fue el premiado con el Gordo.
El tercer premio, por su parte, fue vendido por la administración que entonces gestionaba Pilar Cánovas, y se distribuyó en el horno de Rosario Albuixech, en la calle Colmenar. Un reparto que se extendió entre vecinos y clientes, multiplicando la felicidad colectiva.
La familia Suñer, propietaria de Avidesa, quiso agradecer de forma muy especial la suerte recibida. Invitaron a los niños de San Ildefonso que cantaron los premios a pasar unos días en Alzira. El ayuntamiento, presidido entonces por José Pellicer, les rindió homenaje con la entrega de la insignia de oro de la ciudad.
Navidades inolvidables
Lo que ocurrió aquel 22 de diciembre transformó no solo el bolsillo, sino también el ánimo de toda una ciudad. Con los premios llegaron coches nuevos, televisores, electrodomésticos y hasta segundas residencias.
Para muchos, fueron las navidades más felices que se recuerdan en la capital ribereña. El dinero no solo llenó los bolsillos, también reactivó el comercio y dinamizó la economía local.
Casi 60 años después, la ilusión sigue viva. La ciudad mira con esperanza al próximo lunes, cuando la Lotería de Navidad vuelva a repartir suerte. Puede que el milagro se repita, y que Alzira vuelva a vivir otra jornada inolvidable de emoción, fortuna y celebraciones. Mientras tanto, cada décimo vendido mantiene viva una tradición, una esperanza y un recuerdo imborrable.
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