María Angustias Salmerón y la importancia de educar sin pantallas

Con la consciencia de quien lleva años escuchando a adolescentes y observando cómo moldea la tecnología su día a día, María Angustias Salmerón es una de las voces más lúcidas sobre el impacto de los medios digitales en el desarrollo infantil. Pediatra especializada en salud digital, defiende la necesidad urgente de que todos, no solo los menores, desconectemos y reclamemos una tecnología que, en lugar de capturar nuestra atención, esté al servicio del ser humano. Hablamos con la experta a raíz de su participación en un debate sobre bienestar digital y menores que se celebró en el Palau Macaya de la Fundación ”la Caixa”.

Lleva años trabajando con adolescentes. ¿Cómo describiría el estado actual de su salud mental?
La pandemia marcó un punto de inflexión muy claro no solo en la adolescencia, sino en toda la población. Fue un periodo de estrés tremendo que puso en jaque muchos sistemas, también los de protección infantil. Aunque sería simplista atribuir el cambio a esta única causa, es cierto que la sensación general es que «algo pasa»: vivimos más crispados, enervados, parece que la amabilidad sea cara y que haya menos respeto en el día a día. Y los niños son esponjas: absorben lo que ven en su entorno cercano y en la calle.

¿Qué papel juega la tecnología en esta situación?
El ecosistema digital es cada vez más complejo. Ya no hablamos solo de pantallas, sino de todos los medios digitales: internet de las cosas, inteligencia artificial… Vemos a padres en el parque mirando el móvil, niños en restaurantes aislados tras una pantalla y personas caminando por la calle sin prestar atención a su alrededor. Las relaciones sociales cada vez son más impersonales, el cara a cara cuesta más. Todo eso nos afecta porque estamos hechos para vivir en tribu, en contacto con la naturaleza y haciendo trabajo físico, pero nos estamos poniendo las cosas muy difíciles como especie.

Desde su experiencia en consulta, ¿qué síntomas presenta un adolescente que está haciendo un mal uso de la tecnología?
Los signos son diversos. En lo físico, vemos aumentos rápidos de miopía y casos de estrabismo por tener la pantalla demasiado cerca durante mucho tiempo. También hay una afectación del sueño muy elevada cuya causa principal es que se llevan el móvil a la cama. Cuando hábitos saludables como el sueño, el ejercicio físico o la alimentación se ven afectados, eso también influye en la salud mental. Nos estamos encontrando con niños que consumen pornografía a edades muy tempranas y tienen comportamientos que no son propios de su edad, adolescentes con conductas muy violentas y distintas adicciones, como la que niñas de ocho años tienen a los cosméticos, que se llama cosmeticorexia. La lista de efectos no deja de crecer.

Antes también teníamos pantallas y a menudo convivíamos con la televisión encendida todo el día…
Los primeros estudios sobre el efecto de las pantallas datan de los años 50, coincidiendo con la llegada de los primeros televisores a los hogares. ¿Qué ocurría cuando encendían un televisor en un salón? Pues que normalmente la gente se callaba. Aquellas investigaciones alertaban de cómo podía afectar eso a la interacción social. También estudiaban sus efectos en la vista y cómo afectaban ciertos contenidos de manera distinta según la edad.

¿Qué ha cambiado?
La portabilidad. Antes, tú no podías llevar una pantalla de cine en el bolsillo, pero ahora tenemos dispositivos con los que ver películas y hacer muchas cosas más en cualquier lugar. Cuando el televisor estaba en una sala concreta de la casa, el tiempo delante de él era menor. Por eso muchos pediatras insistimos en recuperar el ordenador de sobremesa: es menos probable que un niño lo use sin la supervisión de sus padres.

¿Qué opina de las pantallas para un uso educativo?
Sabemos que el neurodesarrollo se basa en dos factores: la capacidad genética individual y la calidad del estímulo que recibe el niño. Y el estímulo real —el del mundo físico— es mucho más rico que el digital. Si pones a un niño a jugar con una pantalla, recibirá una gratificación inmediata solo por mover un dedo. En cambio, si juega con materiales de verdad, seguramente buscará un compañero, experimentará con texturas, temperaturas, colores… En una sola actividad estará desarrollando muchas habilidades.

¿Hay alguna edad recomendada en la que dar un móvil a un menor?
La Asociación Española de Pediatría argumenta que no existe un tiempo seguro de exposición a las pantallas cuando los niños son pequeños, así que la recomendación es que cuanto más tarde, mejor. Lo que yo diría a los padres es que se pregunten para qué le dan el móvil a su hijo. ¿Existe alguna alternativa para conseguir el mismo resultado sin entregarle un smartphone de última generación?

Muchos padres justifican el dar el móvil a sus hijos para que no se queden aislados de su círculo social.
Se suele decir que los adolescentes se relacionan a través de las redes sociales. Yo creo que con quien nos relacionamos es con las plataformas, no con las personas. Excepto con la mensajería instantánea, en el resto de las redes estamos consumiendo contenido, dando a «me gusta», haciendo scroll infinito… Es un sistema parecido al de las máquinas tragaperras.

Los sistemas están diseñados para no desconectar.
M. Angustias Salmerón, pediatra especializada en salud digital.
Mª Angustias Salmerón, pediatra especializada en salud digital.© Fundación ”la Caixa”
Cuando surgieron los primeros estudios sobre adicción a las redes, todos planteaban el mismo interrogante. Es comprensible que uno se vuelva adicto a las compras compulsivas porque el acceso a través del móvil es permanente. Pero nadie es adicto al contacto social. Entonces, ¿por qué las personas se enganchan a las redes sociales? Muchos adolescentes creen que allí tienen muchos amigos, pero en realidad no es así y, además, tienen mayor dificultad para establecer relaciones profundas. Lo vemos por la calle: quedan en persona, pero lo único que hacen es mirar el móvil, a menudo ni siquiera están hablando entre ellos, cada uno está en lo suyo.

¿Qué opina de dar un teléfono a los menores como medida de seguridad?
Cuando un padre da un dispositivo a su hijo «por seguridad», el problema suele ser la inseguridad del padre, no la del niño. Si necesitas que lleve un móvil para ir a comprar el pan, es mejor que no lo dejes porque probablemente crees que todavía no está preparado. Al hacer este tipo de cosas lanzamos un mensaje ambiguo. El niño pensará: «Papá, ¿crees que es peligroso salir a la calle?».

Suele decir que el problema de las pantallas no es solo de los adolescentes, sino de toda la sociedad. Y propone la desconexión digital consciente. ¿En qué consiste?
En mis charlas empiezo diciendo que voy a «regalar tiempo». Le pido a la gente que mire sus horas de conexión diaria y que las multiplique por 365 días. Luego les pregunto qué les gustaría hacer con todo ese tiempo. La desconexión digital consciente es un concepto que aparece en la literatura científica y que se refiere a tomar conciencia del propio consumo digital. Tenemos aparatos creados para llevarlos en el bolsillo e incluso nos acostamos con ellos. Creo que la vida es lo suficientemente corta como para que nos preguntemos qué queremos hacer con nuestro tiempo.

A veces da la sensación de que desconectar es casi un lujo: hay incluso retiros de «desintoxicación digital». ¿Cómo podemos hacerlo en el día a día?
La Asociación Española de Pediatría elaboró una serie de recomendaciones para toda la familia, empezando por los adultos. Una serie de pautas basadas en evidencias científicas, como evitar pantallas en las comidas, pero también en las habitaciones, para garantizar las horas de sueño y también mayor seguridad, ya que es probable que un adolescente no vea ciertas cosas en el salón. También se recomiendan cosas menos obvias, como evitar el ruido de fondo todo el rato, que se ha demostrado que afecta al desarrollo de la memoria inmediata. El cerebro necesita aburrimiento y silencio.

¿Cree que se debería actuar en el ámbito político?
Yo me niego a pensar que la tecnología tenga que ser mala, pero creo que las empresas tecnológicas no van a hacer cambios para solucionar estos problemas de manera voluntaria. La alternativa es legislar con medidas como las que usamos con la industria farmacéutica, a la que pedimos que demuestre que los productos que saca al mercado no son dañinos. No sé si vamos a llegar a ese punto, más teniendo en cuenta que la tecnología avanza muy rápido, pero a la infancia hay que protegerla por defecto.

¿Qué papel deben tener los centros educativos en este tema? ¿Qué corresponde a la escuela y qué a las familias?
A los niños no podemos dividirlos en compartimentos. Su educación no es responsabilidad de la escuela, de la familia, de la policía o del vecino; lo es de toda la sociedad. Todo lo que hacemos puede ser educativo o no. Por eso, ¿cómo no va a tener un papel educativo la escuela? Igual que luchamos porque los comedores escolares ofrezcan comida de calidad, también deberíamos aspirar a que los colegios fueran espacios libres de pantallas. No hay ningún estudio que haya demostrado beneficios de usar pantallas en los colegios, pero sí hay mucha evidencia sobre sus riesgos.

¿Qué pediría para avanzar a una sociedad que se relacione mejor con la tecnología?
A la sociedad en general le pediría que sea consciente de su tiempo de consumo, de a qué cosas pone atención. Yo no soy antipantallas, pero creo que el desarrollo de la tecnología de un tiempo a esta parte nos está dando herramientas que pueden ser peligrosas. Por eso pediría a las empresas tecnológicas que desarrollen sistemas adecuados a lo que el ser humano necesita y, sobre todo, que sean protectores con los niños. Una tecnología que sume, que eduque, que proteja y que esté verdaderamente al servicio de la sociedad.