Inicio Actualidad El centenario Pont de Ferro, clave para entender la historia de Alzira

El centenario Pont de Ferro, clave para entender la historia de Alzira

Pont de Ferro. Fotografía: Redes sociales

Su construcción, motivada por las trágicas inundaciones del siglo XIX, supuso un punto de inflexión en la forma en que la localidad se enfrentaba al Júcar y su caudal impredecible

El Puente de Hierro de Alzira, también conocido como Pont de Ferro, cumple más de un siglo como testigo silencioso del desarrollo urbano de esta localidad valenciana. Esta emblemática construcción, inaugurada en 1917, reemplazó al antiguo puente medieval de piedra, marcando un antes y un después en la historia de las infraestructuras del municipio. Su construcción no solo respondió a necesidades técnicas, sino también a tragedias históricas que marcaron profundamente a la población.

De la tragedia al progreso

Durante siglos, el Puente de San Gregorio, levantado en piedra en el siglo XIV, fue el principal paso sobre el río Júcar en Alzira. Sin embargo, su estructura, lejos de favorecer la convivencia con el río, acabó siendo una de las causas agravantes de las recurrentes inundaciones que asolaban la ciudad. Una de las más devastadoras, ocurrida entre los días 3 y 4 de noviembre de 1864, dejó a su paso un rastro de destrucción y víctimas, siendo conocida como la riada de San Carlos.

En aquel episodio trágico, las lluvias torrenciales provocaron el desbordamiento del Júcar con un caudal estimado en 13.000 metros cúbicos por segundo. Varias localidades ribereñas sufrieron las consecuencias, aunque Alzira y Carcagente fueron las más afectadas. Esta catástrofe fue determinante para que, décadas más tarde, se optara por sustituir el puente medieval por una infraestructura más adaptada a los retos hidráulicos de la zona.

Así nació el Puente de Hierro, una obra de ingeniería que supuso un salto cualitativo para la ciudad, no solo por su capacidad para facilitar el tráfico, sino por su diseño pensado para resistir las crecidas del río y garantizar la seguridad de sus habitantes.

Arquitectura y legado

El nuevo puente, inaugurado el 16 de diciembre de 1917, fue concebido con una estructura metálica de arco único de 72 metros de luz. Este se apoya en sólidos muros de contención y está sostenido por dos grandes arcos tirantes paralelos, de 9 metros de altura y separados entre sí por 6 metros. A ambos lados se añadieron calzadas peatonales metálicas, pensadas para facilitar el tránsito a pie sin interferir con la circulación de vehículos.

Durante décadas, el Puente de Hierro fue una conexión vital entre el centro histórico de Alzira y los barrios situados en la margen izquierda del Júcar. Sin embargo, con el crecimiento urbano, esta zona ha quedado plenamente integrada en el núcleo urbano consolidado. Pese a ello, el puente mantiene su uso original para el tráfico rodado, siendo uno de los pocos puentes metálicos carreteros de España que aún conservan esta funcionalidad.

Su importancia arquitectónica e histórica ha sido reconocida con su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento, dentro del marco de la ley del Patrimonio Histórico Español. Este reconocimiento no solo protege la estructura, sino que garantiza su conservación para las futuras generaciones como símbolo del progreso y la memoria colectiva de la ciudad.

Fotografía: Redes sociales

Un puente con alma

Alzira ha rendido homenaje a esta joya de la ingeniería con la celebración del centenario de su inauguración. Durante esta efeméride, se rememoraron los hitos más relevantes de su construcción y su papel en la historia local. Fotografías históricas muestran las diferentes etapas del puente, desde su edificación hasta sus primeros años en uso, incluyendo escenas con carromatos, peatones y vehículos antiguos que hoy evocan una época pasada pero aún viva en la memoria urbana.

Además, entre las piezas documentales destacadas se encuentra un grabado de época que ofrece una vista panorámica de la ciudad durante la catastrófica inundación de 1864. Estas imágenes no solo ilustran el contexto en el que surgió el Pont de Ferro, sino que subrayan el vínculo emocional que muchos vecinos de Alzira mantienen con esta construcción, símbolo de resistencia, historia y modernidad.

Fotografía: Redes sociales

Más allá de su función estructural, el Puente de Hierro es parte del alma de Alzira. Su presencia nos recuerda que la arquitectura también puede ser testigo del tiempo, portadora de memoria y generadora de identidad colectiva. Hoy sigue siendo paso cotidiano para vecinos y visitantes, entremezclando su acero centenario con las historias de quienes lo cruzan.


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