Las fuertes lluvias agravaron el deterioro del edificio y provocaron la caída del falso techo en varias aulas del último piso, aunque no hubo daños personales
La situación estructural del IES Rei en Jaume, en Alzira, ha dado un paso más hacia el límite tras el fuerte temporal que azotó la ciudad este lunes, dejando más de 130 litros por metro cuadrado en pocas horas. El instituto, que arrastra desde hace años graves deficiencias por el envejecimiento de sus instalaciones, ha sufrido un nuevo revés: el desplome parcial del falso techo en varias aulas de la planta superior.
Techos que se caen y aulas inservibles
El desprendimiento, provocado por la acumulación de humedad y las filtraciones, se produjo afortunadamente en un momento en el que las aulas estaban vacías, evitando consecuencias personales. Sin embargo, ha generado una profunda preocupación entre la comunidad educativa, que denuncia que el edificio actual no ofrece condiciones mínimas de seguridad ni confort para impartir clase.
Las incidencias no se limitan al último piso. El gimnasio también ha sido afectado por goteras y filtraciones que han dañado parte del material deportivo almacenado allí. Con cada episodio de lluvias, el centro sufre más daños visibles, evidenciando que el deterioro es progresivo y que el riesgo aumenta con el paso del tiempo.
Obras paradas y sin fecha de reanudación
Este curso debía haber marcado el inicio del cambio con la esperada construcción del nuevo edificio del instituto, proyectado desde hace años bajo el amparo del Pla Edificant. No obstante, las esperanzas se diluyeron en abril, cuando las obras fueron paralizadas por desavenencias entre la empresa adjudicataria y el equipo técnico responsable del proyecto. La estructura básica del nuevo centro ya estaba levantada, pero desde entonces no se ha avanzado ni un metro más.
Han pasado ya más de cinco meses desde aquella paralización y, aunque el Ayuntamiento de Alzira mantiene negociaciones para reactivar la obra, todavía no hay una fecha concreta de reanudación. Mientras tanto, los alumnos y docentes deben seguir acudiendo a diario a unas instalaciones que presentan un estado cada vez más precario.
El malestar en la comunidad educativa crece al ritmo del deterioro de un centro que, tras décadas sin una reforma integral, ha quedado completamente desfasado. La caída del techo esta semana ha sido solo el último aviso de que ya no se puede esperar más.
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