El ayuntamiento lanza un plan de control con sanciones por alimentar aves pese al rechazo vecinal
La sobrepoblación de palomas en Alzira ha dejado de ser una simple molestia para convertirse en un problema de salud pública y de convivencia urbana. Así lo ha asegurado Enrique Montalvá, concejal de Agricultura, Servicios para la Ciudad y Plagas, al presentar esta semana un plan estratégico con el que el consistorio pretende controlar la presencia masiva de estas aves en calles, plazas y terrazas del municipio. “Las palomas, donde no hay comida, no van. El problema es que en todos los barrios hay gente que las alimenta”, ha sentenciado Montalvá, visiblemente molesto por la actitud de algunos vecinos que, pese a la normativa, continúan depositando alimentos en la vía pública.
Un problema importante
El crecimiento descontrolado de las poblaciones de palomas no solo genera manchas, plumas y suciedad. Las autoridades locales alertan de que esta situación puede tener implicaciones sanitarias, al tratarse de aves que pueden ser portadoras de parásitos y enfermedades. Además, sus excrementos deterioran el mobiliario urbano y las fachadas, y en muchos casos espantan a los clientes de las terrazas, sobre las que se abalanzan sin el más mínimo pudor en busca de comida.
El plan impulsado por el Ayuntamiento de Alzira contempla un conjunto de medidas que se desplegarán de forma progresiva por toda la ciudad. Entre ellas destacan la aplicación de piensos esterilizantes en puntos estratégicos, la instalación de productos repelentes en zonas de anidamiento y la captura selectiva de ejemplares que serán trasladados a otras ubicaciones alejadas, con el objetivo de evitar su regreso. Esta última opción se llevará a cabo sin sacrificar a los animales, algo que el propio ayuntamiento ha querido recalcar dada la sensibilidad que despiertan estos temas entre ciertos sectores de la ciudadanía.
Pero la medida que más atención ha generado entre los vecinos es la que afecta directamente a sus hábitos. La ordenanza municipal de tenencia de animales de compañía prohíbe expresamente “dar o depositar comida en la calle” para alimentar animales abandonados, salvo en el caso de personas acreditadas que colaboran con el control de colonias felinas. Esta infracción está tipificada como muy grave y conlleva sanciones que pueden alcanzar los 450 euros. La Policía Local será la encargada de vigilar que esta norma se cumpla y, en caso contrario, tramitar las correspondientes multas.
“Pasa día sí, día también”
“Es que lo vemos todos los días”, comenta una vecina de la zona del Parque Pere Crespí. “Hay personas mayores que bajan con bolsas llenas de pan duro y se lo echan a las palomas como si estuvieran en el campo, sin ser conscientes de que están atrayendo a decenas de aves a zonas residenciales”, añade. Esta realidad no es ajena al ayuntamiento, que ha identificado puntos especialmente conflictivos en barrios como Les Basses, Tulell, la Vila y parte del centro histórico, donde la afluencia de palomas es constante.
Con el nuevo plan, el consistorio no solo busca reducir la presencia de estas aves, sino también educar a la población. Para ello se pondrán en marcha campañas informativas en medios locales, redes sociales y centros cívicos, donde se explicará por qué alimentar a las palomas es contraproducente, aunque a primera vista parezca un gesto compasivo. “No se trata de demonizar a quien lo hace, sino de hacer entender que esa acción tiene consecuencias negativas para todos”, ha indicado Montalvá.
El Ayuntamiento de Alzira ya había tomado medidas en años anteriores, como la instalación de redes anti-posado en edificios emblemáticos o la limpieza intensiva de zonas especialmente afectadas. Sin embargo, estas actuaciones habían resultado insuficientes ante la constante llegada de nuevas aves atraídas por los restos de comida que algunos ciudadanos seguían dejando en la vía pública.
El éxito del plan dependerá en buena medida de la colaboración ciudadana. “Podemos poner todos los medios, pero si la gente sigue tirando migas de pan en los bancos del parque, esto no tiene solución”, concluye el concejal. Desde el consistorio confían en que, con un esfuerzo colectivo, sea posible recuperar el equilibrio y minimizar el impacto de estas aves sobre la vida urbana.
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